Los grandes logros del Padre Vianney en Ars no han cambiado su vida personal, que sigue viviendo en una extrema austeridad.
No se preocupa de sí mismo, pero si de los demás, especialmente de las muchas personas desvalidas y necesitadas que también llegan a Ars.
Es para ellos que funda "La Providencia" un lugar donde los pobres y marginados encuentran un sitio para poder dormir, y una mesa para comer.
El Cura de Ars no para de hacer el bien, y eso indigna al "Grappin", es decir "el Uñas" que es como él llama al demonio que no le deja dormir por las noches.
La fama del Padre Vianney se extiende y no paran de llegar peregrinos para ver a su párroco. En 1845 se calcula que llegan unas 400 personas al día.
En la estación de trenes de Lyon, incluso se abre una taquilla especial permanente exclusiva para los viajeros que van a Ars.
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